domingo, 27 de agosto de 2017

¿Por qué duele Amazona?


Por Laura Quiceno

Porque la mujer antiquísima despierta, esa que ya fue bisabuela, abuela, madre. Esa que viene de un linaje femenino, que reconoce las heridas de otras mujeres como suyas.

Porque la vida y el amor están tan cerca de la muerte, que las lágrimas de Valerie, la protagonista, son las lágrimas de todas las mujeres que sabemos que todas las pérdidas se cargan en el vientre.

Porque recordamos a nuestras madres en las fotos viejas en las que parecíamos una extensión de su regazo. Se ven tan felices y a la vez tan vulnerables, un estado de belleza frágil.

Porque me recuerda las historias que aplazamos contar, esas que están fijas en la memoria y en los diarios, que siempre estamos esperando el momento justo para contarlas, ese momento en que la vergüenza de ser mujeres nos abandone para sanar los dolores ocultos de nuestras bisabuelas y abuelas, que se borren con un grito o con cientos de páginas.

Porque los viajes vienen y van, los caminos se abren y nunca paran de llevarnos a nuestra esencia femenina. Porque siempre nuestras madres cambian el rumbo de nuestras vidas.

Porque la libertad es tan inconmensurable y  tan infinita que ante cualquier final es lo único que nos acompaña.


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