Foto: premioggm.org
Por Laura Quiceno
Traducción: Daniela Quiceno
Judith Thurman ha escrito sobre
Yves Saint Laurent y Proust, sobre Colette, la autora francesa que rompió todos
los patrones de su época, sobre Vera, la esposa de Vladimir Nabokov, sobre la
diseñadora Isabel Toledo, sobre Marina Abramovich, sobre “mujeres perdidas”,
olvidadas por la historia y los medios. Ha leído la obra de cientos de mujeres
que escribieron en otras lenguas, en otros siglos y se ha sumergido en sus voces y sus oficios.
“Comencé mi carrera como
periodista en Ms. Magazine en los setenta. Fue la primera revista feminista.
Escribí sobre “Mujeres perdidas”, en su mayoría escritoras europeas de lengua
extranjera que no eran muy conocidas por las audiencias norteamericanas. En
otras palabras, encontré un nicho. Pienso que es algo que los escritores jóvenes
aún tienen por hacer”
Desde su columna en el New
Yorker y en cada uno de sus libros ha explorado también la moda, los códigos de
vestuario y la belleza. Para esta
fanática de la obra de Walter Benjamin, Emily Dickinson y Elena Ferrante las
mujeres tenemos una forma diferente de ver el mundo:
“Las mujeres tienen perspectiva
y voz propia. Con respecto a esto, te remito a los escritos de Ferrante sobre
el tema. Ella tiene mucho que decir en su recientemente publicada colección de
ensayos y entrevistas, Frantumaglia. De esto se ocupa la mayor parte del texto.
Pero en el momento en el que la voz de una mujer se levanta, en el momento en
el que esa voz es combativa, probablemente será menospreciada: mira todos los
comentarios sobre la “estridencia” de Hillary Clinton”
Judith estuvo en el Festival
Gabo en Medellín y después de compartir durante cuatro horas con periodistas de
todo Iberoamérica le pedí su correo para preguntarle sobre la obra de Elena
Ferrante de la que habló durante un par de minutos, sobre ser mujer en este
oficio y la cobertura de los medios en la última campaña electoral en Estados
Unidos.
Foto: premioggm.org
¿Cómo
fue su llegada al periodismo?
Comencé mi carrera como
periodista en Ms. Magazine en los setenta. Fue la primera revista feminista.
Escribí sobre “Mujeres perdidas”, en su mayoría escritoras europeas de lengua
extranjera que no eran muy conocidas por las audiencias norteamericanas. En
otras palabras, encontré un nicho. Pienso que es algo que los escritores
jóvenes aún tienen por hacer.
¿Qué
tan difícil era ser mujer en el periodismo en esa época?
Mujeres un poco mayores que yo,
como Nora Ephron, por ejemplo, han escrito sobre cómo experimentaron la marginalización
en las revistas nacionales en los cincuenta y en los sesenta, y sobre cómo se
dedicaban a las historias “de mujeres”, en lugar de noticias documentadas o de
relevancia, o incluso se esperaba que hicieran café. Las salas de redacción todavía son bastante machistas y, aunque las
cosas han mejorado enormemente, todavía hay desigualdad. The New Yorker también
ha sido criticada por no publicar a suficientes escritoras. Esto está empezando
a cambiar a medida que la generación de los millennial sobrepasa a la de los
baby boomers. Las reporteras de guerra existían, pero eran una rareza; en la
actualidad, hay muchas más. La mujer de mi generación se inclinaba por el
reportaje sobre temas culturales o por los reportajes sobre temáticas de mujer;
esto también está cambiando.
¿Cómo
rompe usted con las tradiciones y oficios de las mujeres de su familia?
Mi madre era profesora de latín,
pero fue obligada a renunciar cuando se casó (!). En aquellos días (los treinta
y los cuarenta), o al menos en Boston, los trabajos de enseñanza estaban
reservados para los hombres que sostenían a sus familias, o para mujeres
solteras que ayudaban a mantener a sus padres. Pero aun cuando ella se
convirtió en ama de casa, siempre me alentó a escribir. Yo no tuve ni sentí
presión de ningún tipo por parte de mi familia para casarme y desaparecer en la
oscuridad de la vida doméstica.
¿Cree
que las mujeres tenemos una perspectiva, una forma de contar?
Sí, pienso que las mujeres
tienen perspectiva y voz propia. Con respecto a esto, te remito a los escritos
de Ferrante sobre el tema. Ella tiene mucho que decir en su recientemente
publicada colección de ensayos y entrevistas, Frantumaglia. De esto se ocupa la
mayor parte del texto. Pero en el momento en el que la voz de una mujer se
levanta, en el momento en el que esa voz es combativa, probablemente será
menospreciada: mira todos los comentarios sobre la “estridencia” de Hillary
Clinton.
¿Desde cuándo su obsesión por los temas
femeninos, por los oficios de las mujeres?
Yo he pasado la mayor parte de mi carrera
pensando y escribiendo sobre la experiencia femenina y las fuerzas que le dan
forma.
¿Cuál es la importancia de reconciliarnos con el legado o la vida de nuestras madres y abuelas?
Las feministas de mi generación
se mostraban reacias a comprometerse con la ambivalencia hacia sus madres. Se
concentraban en su rabia hacia el “patriarcado”. Ferrante, de nuevo, es muy
interesante, incluso radical, en el tema del vínculo madre-hija y el “amor
hostil” que este engendra, que para ella es una fuente de vitalidad. Este es un
campo muy fértil. Pienso que las mujeres se han contenido, en parte, por su
miedo a superar a sus madres y también por las dificultades de la separación,
que pueden ser experimentadas como una traición.
¿Cómo
surgió la idea de escribir el ensayo ‘Swann Song’, cómo relacionar la obra del
diseñador Yves Saint Laurent y Proust?
El reportaje de Saint Laurent me
fue asignado, pero acogí la oportunidad. Me tomó como seis semanas. Saint
Laurent estuvo fuertemente inspirado por Proust y el universo del esteticismo
gay de fin de siècle (fin de siglo) pero es difícil comparar el trabajo de un
diseñador con el trabajo de un gran novelista. Dicho esto, ambos eran artistas
franceses supremamente talentosos y supremamente neurasténicos inmersos en el
mundo de la alta burguesía y fascinados por los códigos propios de esta.
En
el Festival Gabo hablaba sobre la autora Elena Ferrante y cómo sin importar su
seudónimo, sabía que esos relatos habían sido escritos por una mujer. ¿Cuál es
la fuerza de una escritora como Ferrante?
Ferrante tiene una voz femenina
nueva y radical: es algo que no hemos escuchado antes. Es feroz, es valiente y,
sin embargo, profundamente intelectual. Está impregnada de mitología, pero
además de la vida cotidiana. Parece venir de un lugar como el vientre mismo:
sangriento, viscoso, acogedor y aterrador.
¿Qué
piensa de la investigación del periodista Claudio Gatti para descubrir la
identidad de Ferrante?
Pienso que Gatti cometió un
atropello muy parecido a una violación. Él penetró el espacio privado y
vulnerable de una mujer en contra de su voluntad expresa y le robó algo
precioso: su anonimato. Él se propuso quebrar algo y quizás lo hizo. Espero
fervientemente que ella no deje de escribir.
La pregunta número trece
simplemente no la puedo contestar. Los medios han, hasta cierto punto, creado o
confabulado en la creación del monstruo Trump. Por otro lado, ¿cómo podrían no
cubrir su ascenso? La campaña de Trump constantemente denigra sobre la
parcialización mediática y, aun así, los medios están obligados a averiguar la
verdad detrás de sus mentiras (o de las de Hillary, si a eso vamos), y lo han
hecho, aunque los reportajes sobre las atroces percepciones y acciones de Trump
no han logrado (como deberían haberlo hecho y como seguramente lo habrían hecho
con cualquier otro candidato) descalificarlo ante los ojos de millones de
votantes.
¿Cuáles
historias nos faltan por narrar a las mujeres?
Una nueva generación tendrá
nuevas historias para contar. Historias
que afecten la evolución de nuestras ideas fijas sobre género y sexualidad,
maternidad, soledad y autonomía.
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