Ilustración: Vicente Numpaque. Artista conceptual
Por @Lauquiceno
La escuché por
primera vez en la Feria del Libro de Bogotá en el 2015, su discurso carece de
palabras rebuscadas o eufemismos, su lenguaje es directo y sencillo como sus
cuentos.
Conmueven por la belleza de sus imágenes alimentadas siempre de la vida común, como el cuento “Guiando la hiedra”, una conversación y reflexión de la protagonista con sus plantas:
Conmueven por la belleza de sus imágenes alimentadas siempre de la vida común, como el cuento “Guiando la hiedra”, una conversación y reflexión de la protagonista con sus plantas:
“Aquí estoy
acomodando las plantas, para que no se estorben unas a otras. Me produce placer
observar cómo crecen tan poco, son sensatas y se acomodan a los recipientes, si
estos son chicos se achican, si tienen espacio, crecen más. Son diferentes de
las personas, algunas personas con una base mezquina adquieren frondosidades
que impiden percibir su tamaño real, otras de gran capacidad y corazón, quedan
aplastadas por el peso de la vida”: Relatos Reunidos. Editorial Alfaguara.
Primera impresión en Colombia. Marzo de 2015.
O esta
reflexión sobre algunas etapas de la vida:
“Me empezaron
a interesar las edades de la vida. Miraba atentamente una propaganda de jabón
que aparecía en varias revistas. Decía: “Diecinueve años, la frescura de la
juventud”. Aparecía una chica como de esa edad, con el pelo largo, sonriendo.
Me producía gran alegría que todavía me faltaban nueve años para llegar a los
diecinueve, cuando todavía se es una persona muy joven; después: “Veintinueve
años, el fuego de la pasión”, Sí, tenía el pelo un poco más corto, se trataba
de una mujer joven, pero experimentada; además estaba en el centro de los
retratos, como si toda la pasión se concentrara en esa edad. Y, por último;
“Treinta y nueve años, la pasión serena”. La mujer llevaba el pelo recogido.
Era todavía joven, pero no tanto. ¿Cómo será la pasión serena? Miraba ese
retrato y esa mujer viraba al modelo de señora de la Tía Elisa, la que sufría
en silencio. Esa propaganda estaba en todas las revistas y yo arrancaba cada
vez nuevos significados, como si esas fotos me estuvieran dirigidas” Fragmento
del Cuento Señorita. Relatos reunidos. Editorial Alfaguara.
Cada vez que
leo un cuento de Uhart me quedó pensando en su significado, en el personaje o
la situación de la vida real que pudo inspirar esa historia, en la belleza de
lo cotidiano.
Uhart dedica ahora su tiempo a las crónicas y en el mes de noviembre publicará 'De aquí para allá', un libro sobre comunidades indígenas de América Latina.
Uhart dedica ahora su tiempo a las crónicas y en el mes de noviembre publicará 'De aquí para allá', un libro sobre comunidades indígenas de América Latina.
Ilustración: Vicente Numpaque.
La escuché en la Feria del Libro de Bogotá
en el 2015, de todo su discurso hubo una frase que me hizo reír y reflexionar: “Un
escritor es un chismoso refinado”. ¿Por qué?
Porque un
vecino chismoso es alguien interesado en la vida de los demás, a qué hora sale,
cómo va vestido, si va apurado, si pelea con el del 13 o con el portero, va
construyendo un personaje a partir de sus deducciones, es una especie de espía
o de detective.
En el caso del literato está auxiliado por los soportes culturales, se ha contagiado el lenguaje de libros que ha leído. Muchos de mis personajes tienen que ver con chismes que me contó mi mamá sobre la vida de los vecinos y conocidos. Y de los abuelos.
En el caso del literato está auxiliado por los soportes culturales, se ha contagiado el lenguaje de libros que ha leído. Muchos de mis personajes tienen que ver con chismes que me contó mi mamá sobre la vida de los vecinos y conocidos. Y de los abuelos.
¿Cuál fue ese momento determinante en su
vida que la llevó a escribir?
Yo escribía de
chica, desde los ocho o nueve años, pero era cuando estaba aburrida y no había
nadie para jugar. Si había chicos para jugar, jamás me quedaba escribiendo
Una alumna en alguno de sus
talleres literarios le hizo está pregunta: ¿un escritor debe ser compasivo o agresivo?, ¿qué le respondió?
No sé en qué
sentido lo dijo ella, en qué contexto está, pero puede ser que sea agresivo y
compasivo a la vez, compasivo para tener
empatía con el personaje y agresivo para ver más allá de las apariencias del
mismo. Después están las modalidades personales, no existe el escritor en
general, cada uno viene con su personalidad propia.
Un mal de amores la llevó a Rosario-Argentina y allá
publicó su primer libro: Dios, San Pedro y las almas ¿Los despechos sirven para
encerrarse a escribir?
Para escribir sirve cualquier cosa que
movilice, no solo un despecho, en mi caso no era despecho, vendría a ser
como un mal de amores y tampoco es que uno se encierre para siempre, un
escritor se encierra un poco pero no hay que exagerar, como decía el peruano
Bryce Echenique, cuando le preguntan a qué hora escriben dicen: " Yo de 9
a 12, " y otro, " Yo de siete a diez” Y él dice " Yo a esa hora
los veía siempre en el café de enfrente"
¿Cuál es la mayor diferencia entre las
publicaciones, editoriales de la década del sesenta y a los setenta en
Argentina a hoy?
La mayor
diferencia es que se nota ahora la presencia de la computadora, la mayoría
escribe ahora de modo más condensado, hace referencias a aparatos tecnológicos. Aunque los aparatos son solo un medio, lo importante es que el escritor
joven tenga algo propio para contar.
Juan
Gossaín, ¿qué le gusta de su obra?, ¿por qué?
De Juan Gossaín
conozco un cuento que está en una antología de colombianos que compré en Bogotá.
Acá no ha llegado. Yo también leí en talleres "María Mulata aprende a
cantar" creo que ese es el título, y me parece un escritor muy simpático y
encantador. También vi lo que salió por internet de él. Tiene un humor caribeño
muy agradable.
Hábleme del cuento ‘Guiando la hiedra’,
¿pensando en quién lo escribió?
El cuento
"Guiando la hiedra" lo escribí después de circunstancias dolorosas,
tristes. No me voy a extender en contarlas, pero se ve que el dolor rinde.
¿En qué se diferencia la docencia de la
literatura?
La docencia se
diferencia de la literatura en que, si das una clase bien, ya están todos cerca
del escritorio preguntando cosas, se produce un revuelo, si más o menos, todo
va sin pena ni gloria y si la das mal, charlan. El efecto es inmediato y
visible. En la literatura el efecto es muy mediato y distante, no se sabe el
efecto de lo escrito y además el libro tiene varias mediaciones hasta que llega
al lector, editorial, imprenta, librería, etc.
¿Ha vuelto a escribir cuentos o sigue con
crónicas de viajes?
Sigo con
crónicas, en noviembre va a salir en Buenos Aires un libro de crónicas sobre
las comunidades indígenas en mi país y algo de América Latina. De Colombia
trabajé un excelente material escrito sobre los guajiros que me proporcionó el
gran antropólogo que tienen ustedes, Weldeir Guerra. Mi libro se va a
llamar "De aquí para allá”. Y siguiendo con las crónicas, estoy
investigando sobre algo que me gusta mucho, animales, sobre todo monos y aves
que son de lo más inteligentes. También visitaré algo del campo, porque la
gente de campo sabe mucho sobre costumbres de bichos.
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